Nueva vida

Ya nadie lee mis palabras, mas no me importa.

Me gusta lanzarlas al aire, a un mundo virtual lleno de ponzoña y buenos sentimientos, un mundo tan irreal como el palpable, tan inalcanzable como el presente, tan efímero como la vida.

Ya nadie lee mis palabras, mas no me importa.

Mi ego soporta la soledad de los bytes y la lejanía de su recuerdo, se fue huyendo hacia delante espantada con su propia realidad y descubriendo su propia miseria, tan banal era su idea del amor.

Ya no lees mis palabras, mas ya no importa.

Sol de invierno

El sol de invierno luce sedoso e hiriente en el cielo azul pálido.
Todo brilla y los ojos cerrados con fuerza soportan su brillo bajo el párpado carnoso y rosado.
Los árboles sonríen y el crujido de sus risas llega a mis oidos como canto melodioso.
Las aguas cristalinas y limpias por la lluvia reflejan las nubes, bajo ellas las verdes cabelleras.
Cierro mi abrigo ante la helada brisa que se cuela por mis ropajes disfrutando del mero hecho de estar viva.

Cercanía

Las algodonosas nubes, húmedas y grises, ocultan la poca luz que en estos días invernales nos confiere este hemisferio.

La lluvia no cesa, es una venda triste que arranca el verdor de árboles y campos.

Mi pelo cae mojado sobre los hombros como una cortina castaña y goteante.

Como siempre he dejado el paraguas en algún rincón y la capucha no me sirve cuando el viento me la arranca.

Miro a tu ventana iluminada y sonrío, al otro lado tu abrazo cálido.

Cuando me ves llegar, en tu mirada la preocupación de un resfriado.

Secas mis cabellos, retiras la ropa mojada, me abrazas y me arrullas con tu voz de terciopelo.

Quién pudiese hacerse pequeña y perderse entre los pliegues de tu piel sonrosada y desnuda.

Una noche más en la cercanía de tus brazos, de tu olor, de tu aliento...

La noche ya hace mucho que ha llegado, la luz de las farolas se refleja en el suelo y yo, me acurruco en tu pecho.

Nieve

La mañana amaneció fría y luminosa.
El calor de la persona amada calentaba mi piel bajo el edredón de plumas blancas.
Con el valor que da el tic-tac de las horas me levanté de la cama y abrí las ventanas,
una inmaculada nieve se reflejó en mi cara.
Los árboles , la hierba, las casas... todo cubría la blancura fría de la nieve clara.
Me regocijé en el paisaje y volví a sus brazos cálidos.
Cerré los ojos y ronroneé entre las mantas.

Otoñal

Son curiosos los reencuentros que se hacen en la vida.
Gente que creías perdida vuelve a ti, otra parece no coincidir nada más que para hacernos daño.
Pierdes a gente y, a veces, si tienes suerte, ganas a otra que te llena más o menos, pero nunca igual.
Pero a quién realmente quiero encontrarme es a mí misma, esa parte de mí desilusionada y herida parece vencerme en estos días de frío creciente y lágrimas amarillas. Ansío la soledad y la temo, ansío la compañía y, sin pretenderlo, me siento agobiada por la misma. No termino de levantar cabeza, no termino de avanzar.

Incertidumbre

Es curioso ver que de la primavera al otoño solo hay un verano incierto.

Antiguas amistades se han roto y otras han renacido más maduras y alentadoras, pero todo es incierto.
Ya nada es eterno, ahora sé con total certeza que todo puede desaparecer de un plumazo, con una puerta cerrada y, a veces, ni siquiera hay ventana por la cual colarse.

Te sigo echando de menos

Me considero una estúpida, pero adoro serlo, te echo de menos a pesar de todo.

Nuestras conversaciones, nuestras risas, nuestras discusiones...nuestra amistad.