Cercanía

Las algodonosas nubes, húmedas y grises, ocultan la poca luz que en estos días invernales nos confiere este hemisferio.

La lluvia no cesa, es una venda triste que arranca el verdor de árboles y campos.

Mi pelo cae mojado sobre los hombros como una cortina castaña y goteante.

Como siempre he dejado el paraguas en algún rincón y la capucha no me sirve cuando el viento me la arranca.

Miro a tu ventana iluminada y sonrío, al otro lado tu abrazo cálido.

Cuando me ves llegar, en tu mirada la preocupación de un resfriado.

Secas mis cabellos, retiras la ropa mojada, me abrazas y me arrullas con tu voz de terciopelo.

Quién pudiese hacerse pequeña y perderse entre los pliegues de tu piel sonrosada y desnuda.

Una noche más en la cercanía de tus brazos, de tu olor, de tu aliento...

La noche ya hace mucho que ha llegado, la luz de las farolas se refleja en el suelo y yo, me acurruco en tu pecho.

Nieve

La mañana amaneció fría y luminosa.
El calor de la persona amada calentaba mi piel bajo el edredón de plumas blancas.
Con el valor que da el tic-tac de las horas me levanté de la cama y abrí las ventanas,
una inmaculada nieve se reflejó en mi cara.
Los árboles , la hierba, las casas... todo cubría la blancura fría de la nieve clara.
Me regocijé en el paisaje y volví a sus brazos cálidos.
Cerré los ojos y ronroneé entre las mantas.