La charca se llena de vida. Nenúfares tiernos extienden sus alas de ninfa y su aroma perpetra mi olfato con dulzura.
Insectos que muestran su alegría, pájaros acechantes con brillo en los ojos y saltos nerviosos.
Acostada miro el azul puzzle de ramas retorcidas por donde la luz del sol no se atreve a pasar.
El pálido rosa del cerezo intercepta las nubes viajeras. El viento lame sus hojas y flores mientras el diente de león menea la melena.
De blanco y rosado el aire se maquilla y acaricia mi piel.
El agua fresca comienza a caer en la boca de la flor. La rana con ansiedad y júbilo recibe las gotas de lluvia.
Mi corazón se alegra. El cielo al fin llora su rabia contenida por un azul sin alma, llenando de verde mis esperanzas.
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