Belleza
Diario de una dama
En la tarde de ayer, paulatinamente he ido cayendo en una tristeza extraña. Todo comenzó pensando en conflictos pasados aún no resueltos. Luego la angustia diaria de mi vida cotidiana, alargada en demasía en la monotonía que cohibe mi libertad. Su falta se extendió sobre mí como una mancha negruzca que se asienta en mi arenal contaminando su calmado existir. La tristeza surgió sin más, como la sangre de una herida, y fué apoderándose de mi apetito, para luego apoderarse de mi cuerpo. Me tiré en el suelo. Quería que me pasase por algo. Cuando creí que todo había acabado, me levanté, pero al levantarme me topé con su peor cara. Me introduje en el futón como una bola de pelusa. La angustia seguía "in crecendo", como el humo de pipa en un fumadero. Me sentí otra persona, me sentí mi abuela, mi abuela muerta hace dos meses, mi abuela que murió con sensación de angustia ante su final. Mi abuela desnuda, a mi lado, un fantasma agarrado a mi corazón. Apoderada, subyugada por la ansiedad, la tristeza, la angustia. Mi llanto se tornó profundo y ajeno. Olvidé donde terminaba yo y empezaba ella. La rechacé ¿qué podía hacer? Me estaba consumiento egoistamente, ansiando estar en el presente y no en mi recuerdo. Aún la siento, no tan cerca, pero no tan lejos. ¿Cuándo asumirá su estado? No lo sé, pero tengo miedo de su rostro lleno de gritos, de ansiedad, deseando matar su propia tristeza a través de mí. Llámame loca, pero así lo he sentido.
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La mañana despunta y perfila la montaña de blanca cumbre. Al fin se han alejado las sombras de la noche que me atenazaban con sus tentáculos viscosos. Caliento el agua en el fuego y lleno la bañera. Pétalos de rosa perfuman mi cuerpo ya sumergido. A mi alrededor el verde pasto, en los árboles las gentiles hojas me saludan tibias y los pájaros me cantan con ganas después de una noche de reposo. Las mariposas salen de sus capullos sedosos y acarician mi rostro. |
Una triste melodía invade la callada noche.
La tristeza atenaza mi mirada húmeda.
Mi voz se quiebra en el fondo de mi pecho y mil palabras se ahogan, por no ser pronunciadas, en el pozo de lágrimas negras que guardo en el corazón.
Mi cuerpo está cansado y agarrotado por un día agotador.
La vida no siempre es bella o justa, a veces los infortunios y la indefensión misma de una justicia jamás impartida, destrozan la mente con ahínco malsano.
A veces me dejo caer en ese pozo y me sumerjo en el líquido elemento perdiendo la sensación de mi propio ser, me pierdo en él y, a veces, preferiría no reencontrarme jamás.
Como podeis observar, este blog ha comenzado con los restos de otro que, no sé por qué, se estropeó.
La última vez que escribí fue hace más de dos meses. Poco después mi tía avisó a las tres o cuatro de la madrugada diciendo que la abuela se estaba muriendo.
Enferma y en el hospital, turnábamos nuestras vidas para poder cuidarla.
En mis tareas cotidianas solo pensaba en estar con ella o en cómo se encontraría. También pensaba en quienes la estaban cuidando y me preguntaba cuándo tendría que ir yo aunque solo fuese para verla y decirle lo hermosa que me parecía.
Incluso si no pensaba directamente en ella, la sentía en mi mente como un murmullo sordo.
Poco después volvió a casa, se negaba a moverse, de hecho en el hospital sonreía con placer cuando la llevaban en la grúa hasta la cama.
A causa de su negativa se formó un coágulo que le llegó a los pulmones y volvió a ser ingresada.
La teníamos presente como un fantasma sobre nuestras cabezas.
La noche anterior a su muerte mi prima y yo íbamos a ir a cuidarla, pero estaba tan mal que nos quedamos en casa con el corazón encojido esperando lo peor.
A la mañana siguiente nuestras madres, sus hijas estaban al pié de su cama, a su lado, en su último adiós.
Ansiosa como estaba por la cercanía de su final, mi madre pidió que la sedasen. Una buena acción por una mujer peculiar, egoísta, sí, pero preocupada por l@s suy@s .
No estuve con ela todo lo que me hubiera gustado. También es cierto que mi abuela no era muy agradecida y quería dejar claro a tod@s que se estaba muriendo. De hecho hacía círculos en las manos indicando cuantos días le quedaban.
A pesar de todo, era mi abuela, mi amada abuela, esa sonrisa franca, esos enfados infantiles, esa mirada cansada...
La única abuela que me quedaba...
Mañana será un nuevo día
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Día azul Limpio cielo nos cubre y nos cobija bajo su delicado perfume de sol y mar. Pronto llegará el otoño con sus ocres brillantes y su viento, revolucionando las faldas de lana que cubren piernas morenas de este caluroso y extraño verano, sin apenas lluvia y, al menos para mí, sin vacaciones. No tengo dinero para viajar, no tengo independencia para hacer nada y las posibilidades de descansar me acarrearían peores consecuencias que el descanso en sí. Bendita independencia. Admiro a esas mujeres libres que nunca se han preocupado de dar explicaciones por todo lo que hacen, que discuten si es necesario, que protestan y exigen sus derechos, pero es tan difícil para mí hacerlo, cuando es mi progenitora la que me tortura con sus gritos, su mala sangre, su amargura que expande a las y los que le rodean. No me hagais mucho caso amigas y amigos, es mi naturaleza de contar a los cuatro vientos mis miserias. Solo lo hago para calmar mi corazón, mi cabeza y, sobre todo, mi boca, porque las posibles respuestas que saliesen a través de mis dientes, podrían ser peores que un mordisco. Gocemos de este día, mientras el verano da sus últimos coletazos. Quizás pasee por los jardines, al lado del cementerio, con un libro en la mano, me tiraré allí y gozaré de estos últimos rayos de sol. |
Perorata
Ya los días se acortan, en estas latitudes. El frío invernal comienza a susurrar en nuestras ventanas, pero aún así los jóvenes salen desafiando al viento, para pasear por las piedras de la necrópolis. Miran los edificios sin percatarse de las múltiples anécdotas que podrían contarle cada uno de los rincones de la ciudad.
Ya nadie escucha el murmullo de las piedras que nos cuentan el pasado
, ese pasado efímero que parece lejano y olvidado.¿Acaso había algo antes de nosotr@s mísm@s ?
¿No se lo pregunta el pobre Miguelito cuando Mafalda le encuentra observando a la gente que pasa?
Sabemos que algo más ha existido, pero, ¿hasta qué punto somos conscientes de lo efímero de nuestra existencia?
Solo debemos mirar al pasado y comprobar así cuanta gente ha nacido, crecido, reproducido, envejecido y muerto sin que nada ni nadie lo recuerde. Eso es lo que seremos, aunque queramos dejar nuestra huella, ésta es efímera, solo nos recordarán l@s que nos conocieron o l@s que han oido hablar de nosotr@s y luego, es vacío, el silencio de una vida más que solo aporta la continuidad de una línea que le fue dada y, a través de su persona debe trasladar a su vez. No solo será a su descendencia, sino a aquella persona a la que le ha aportado algo, una lección, una palabra, un gesto, un suspiro...
Otro día más El día ha comenzado algo triste, no por el clima, ya que el sol sonríe desde lo alto con belleza eterna, sino porque me he sentido cansada de mi realidad. De echo en la noche de un martes trece como otro cualquiera, me he evadido con historias ajenas, con historias inventadas por la creatividad de otras mentes que me han ayudado a sobrellevar mi desespero. Seguro que es temporal, pero mientras lo sufro, consigo que los demás se incomoden ante mi negativismo.Mi mundo es monotonía. El verde de los árboles y de la hierba llena mis pupilas, pero delante de mí, un prisma distorsionador de realidades. ¿No es extraña la vida? Siempre conformista, pero deseo cambiar, cambiar yo, cambiar mi realidad, hace años que ya no me gusto, al menos no toda yo, ¿nunca os ha pasado? Será mejor que no siga escribiendo, quizás el próximo día tenga más ánimo y sea capaz de mostrarme algo más alegre. ![]() |